El papel higiénico más caro del mundo

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Pinzas de la ropa, guantes de cocina, mochos de fregonas o macarons rosas son nuestras telas, las prendas que pueden ayudar a dar vida al concepto.

El rosa, el color de la temporada, se adueña del plató durante horas. Nos dejamos ayudar por otros tonos, que ayudan a crear un enérgico contraste y a dotar de personalidad a un rosa ya de por sí con fortaleza.

¿Qué puede servirnos? ¿Un papel de regalo? ¿Una cartulina rosa? ¿Un parasol rojo para coches? No hay límites, ni siquiera para los tópicos ¿Quién decía que el rosa y el rojo no podían convivir?

 Imaginación al cien por cien, cualquier cosa vale para dar con la foto perfecta.

 

Incluso el producto más ordinario puede ser la herramienta más profesional.

 

El director de orquesta -Ernesto Naranjo- toma por batuta la cámara y, a golpe de click, nos anima a dar rienda suelta a nuestra imaginación y a jugar con todo tipo de objetos.

Pero no debemos olvidar que el concepto toma su razón de ser en un color y en las emociones que éste pueda transmitir. El rosa tiene que aparecer, aunque acudan en su ayuda otros elementos.

Y mientras las horas pasan, surge el lema que nos inspirará durante toda la sesión de la mano de Ernesto Naranjo: “Tenemos que hacer que este papel higiénico sea el papel higiénico más caro del mundo”.     

No hay idea que se pueda desechar a la primera. El objetivo es probar, probar y probar.

 

Nuestra máxima: hacer de un producto cotidiano un objeto de deseo. Solo tiene que convertirse en algo estético, transformarse en un elemento atractivo con el que el rosa cobre sentido.

Un torrente de creatividad inunda el ambiente. Un panty se transforma en un guante que sujeta un refinado ramo de flores. Se produce un contraste entre el rojo y el rosa, y dos calcetas que se convierten en pantalón y camiseta.

Un objeto puede ser algo más, solo con la inspiración precisa se puede convertir en algo estético.

 

Nuestro equipo se dispone a embellecer la fotografía creando un entorno sucio fuera de cámara. Entre varias, sujetamos el fondo para que no se vea un ápice de verde, luchando contra un croma que se hizo dueño y señor del plató. 

La modelo desempeña también un papel en la sesión: su poder para fusionarse con el entorno resulta crucial.

 

Un equipo que, entre risas y horas en las que disfrutar de una nueva experiencia, trabaja frenéticamente para que la sesión no dé el resultado esperado, sino algo más que eso. No hay más que crear de la nada fotos creativas, estéticas, mágicas, productos que provoquen en el lector una sensación de invasión de la tendencia, buscando dotar de personalidad y encumbrar un concepto.

Todo un juego para dejar la mente en blanco y dar rienda suelta a la creatividad.

Sin duda, lo profesional se demuestra provocando emociones más allá de la formalidad. Se trata de fomentar la motivación y convertir el trabajo en una explosión de libertad y ¿por qué no? de muchas risas.